domingo, 21 de noviembre de 2010

Oriente

Mas y nuevas muestras de fragmentos de mi devenir vital, cuaderno de viaje, bitácora de recuerdos y fantasías plásticas dedicadas a Oriente.

Obsesivamente, como todas las obsesiones, toda esta aventura responde a una necesidad. Oriente siempre ha sido para mí un rico sustrato donde apaciblemente depositarme, impregnarme e incluso transmutarme. Cierto es que se me abren las carnes cuando presento esta entrañable dimensión desde su defensa a través de sus cubículos, países diversos practicados desde el arrastrar nómadamente el cuerpo y el alma por ellos, también sus músicas que mezclan lo tosco con lo sutil, ambrosías y sabor a tierra aromatizada. También sus filosofías postradas en honor a la transigencia y el valor del no-yo, el no ser y el no existir, sirvan para liberar y abrir nuestras áridas mentes. Oriente fue, es y será una bonita historia de amor; yo comienzo a pintar respecto a lo que oriente me ha dado, los poemas más profundos, y digo comienzo, porque aunque ya han pasado más de veinte años de andaduras aferrado a esta por mí gran verdad experiencial, con respecto a estas latitudes más anímicas que geográficas, todo es un constante comenzar. También porque lo que no puede ser concluso, es siempre aventura, y ello me interesa mucho, ante todo porque me acerca mucho más a la heterodoxia que a la ortodoxia respecto a la vida, lo difícil, inconcluso e ininteligible, me resultaron siempre valores sinequanon a una honesta praxis de la pintura.

Así, estas simples complejidades no son otra cosa que turbaciones ontológicas, metafísicas, únicamente comprensibles en lo experiencial del ser y el existir de cada cual. Pero a este dinamismo, merece, en otro plano quizás más asequible, presentarlo sin más como decía antes, como una necesidad. Oriente, del latín Oriens, participio de Oriri, significa nacer, y es relativo en lo simbólico a la dirección donde se levanta el sol y los demás astros, algo bello y poético, que no real desde la física casi esférica del planeta, pero sí contrapuesto a Occidente, del latín occidens, que significa acostarse, finalizar el trayecto de los astros, en lo simbólico, en oriente los astros nacen y en occidente mueren. Este dinamismo metafórico incita, igual que antaño incitó, a la tediosa entidad occidental a una búsqueda de esperanzadores territorios estéticos y retóricos que precisamente paliaran ese tedio, hastío como efecto de un talante mesiánico cultural occidental: dirigirse allá donde todo nace, dirigirse a lo íntegro, puro, primigenio. La necesidad, es un proceder en distanciarse terapéuticamente de occidente, para acercarse a una densa búsqueda en lo oriental, en su extrañeza, en lo ajeno, en la lejanía, en la otredad. La necesidad es más una búsqueda que no un encontrar, ¿Pero qué buscar?, ¿quizás el hombre universal?, ¿quizás el universo en sí?, ¿quizás a Dios?. Cierto es, que en oriente, en definitiva confluyen, y puedo categorizármelo desde las experiencias vividas, una constante mezcla de dolor y alegría extremas.

Las emociones están siempre ahí, enormes y presentes, siempre hay alegría y a la vez dolor…ACASO NO ES ESTO LA VIDA. Y que mejor puede hacer un pintor que esmerarse en retratar la vida.


Rafa Romero

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