No hace falta buscar la mediterraneidad en tierras lejanas como bien diría Josep Plá o Baltasar Porcel entre otros. Cerca, muy cerca, existen pequeños paraísos de salitre y bolos blancos, rocadales salvajes en los que sentirse en Ítaca cerca de casa. Delícia sin duda para el soñador aventurero, de papeles blancos y caminar ligero, no se arrepentirá de abrir sus acuarelas y mojarlas con agua de mar inmerso en este balcón a nuestras raíces, eséncias primigénias, donde dejarse calentar el rostro por Helios, entre baño y baño y pinceladas certeras y terapéuticas.
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