martes, 25 de octubre de 2011

POEMA DE OTOÑO


En la orfandad  en la que nos dejaron las soleadas candencias estivales...

Llegó el otoño y ocultó en sus lejanos ocasos anaranjados,
la poca vida latente que aún  gozábamos soportar.

Y comenzamos a morir lenta y  dulcemente, sumergidos en el sopor de cualquier oratorio germánico.

Y  retornamos otra vez a aquella mirada que no mira nada, y a aquellos dedos que dibujaron tantas veces lo mismo en el vaho de alientos prietos.

Y llegará para algunos el último otoño, beneplácito de no llegar al invierno.

Y los mantos de hojas se confundirán con cualquier partitura, música de chelo, trenzas cortadas en cualquier cuneta de la vieja Europa... decreceres  vegetales, hongos fagocitando la madera muerta.

Y los pintores seguirán pintando sus humedales, y los poetas tejiendo letras en sus somnolencias astrales.

Que Dios nos coja confesados.
Que Dios nos coja  confesado.
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario