EXPOSICIÓN "NOSTÀLGIES". Col-legi d'Arquitectes. Del. Mataró. Noviembre 2014.
NOSTAGIAS
Pinturas
de Rafael Romero.
Muchas
son las nostalgias, los viajes al recuerdo que irrumpen a partir de
nuestra madurez vital. La incerteza del futuro, parece difuminarse
para dejar paso a los amplios territorios del pasado. Hacia este
pasado ,generalmente idealizado, nos dirigimos en un “Nostos”,
un regreso, no exento de “Algos”, dolor. Aquello que fue,
sabemos y constatamos, no volverá a ser nunca más. Estos viajes de
regreso, idílicos y selectivos, pertenecen tal vez a mecanismos
ontológicos, trayectos que cada uno vive individualmente, pero
también existen nostalgias más universales, reflexiones éticas,
filosóficas, incluso espirituales, que pertocan en profundidad a los
foros más sensibles del ser humano. La más importante de mis
nostalgias existenciales, la que más me pesa, es la nostalgia de
plenitud y esta viene dada por sentirme, como todos nosotros, un ser
incompleto, frágil, efímero, caduco e infeliz.
La
creatividad se manifiesta en su amplio espectro de posibilidades como
una vía terapéutica hacia estas fragilidades, la más preocupante,
la finitud de la existencia, en grandes palabras, la muerte. Así,
los hombres, hemos creado constantemente espacios de refugio, de
papel “maché”, de cartón-piedra, engaños sutiles como
El Jardín de Gilgamesh o La Utopía de Thomas More o
la Isla de la Inscripción Sacra de Evémerus o los mitos de
Hesiodo o entre otros tantos, los estados idílicos platónicos.
Dimensiones oníricas de felicidad, descanso, consuelo y esperanza, Arcadias, lugares donde depositar el alma cansada In Aeternum,
lugares que son aspiración humana al menos en lo conceptual y en un
plano aún más importante en el imaginario emocional, el espiritual.
Ninguna
de estas aventuras me es ajena en lo pictórico, en mi idiosincrasia
como creador plástico siempre he indagado en mis particulares
Arcadias, territorios de paz, nomadéos,
viajes iniciáticos, aproximación a espiritualidades lejanas pero
sorprendentemente próximas. Esta ha sido sin más la gestión de mis
preocupaciones existenciales, el pintar sin premura, obsesiva y
compulsivamente territorios liberadores, iconografías que en su
lógica claman por la plenitud, por la victoria de la felicidad, por
la aniquilación del sufrimiento. Territorios de paz, lares poéticos
de paz, esta es mi gran nostalgia, nada más.
Con
esta serie de pinturas inéditas bajo el título de “Nostàlgies”,
presentada y patrocinada por la reconocida Associació Sant Lluc per
l'Art Mataró, en la Sala de 'Exposiciones del Col.legi
d'Aparelladors i Arquitectes Tècnics de Barcelona, Delegación
Maresme, me adentro en esta nuevamente reincidente necesidad de
superación del dolor que me produce, que nos produce, la
temporalidad y la finitud de las cosas, el dolor, también hay que
decirlo, paliado, cuando soy consciente de vivir intensamente el
presente, el único espacio temporal que tiene certeza.
Como
pintor y con mis iconografías, vuelvo a la Ítaca de los orígenes,
al encantamiento que supone la idealización de lo ausente, a la
enigmática distancia que separa el ayer del hoy. Esta magnitud,
deviene una extraordinaria posibilidad de creación de mundos
ideales y subliminales, respuestas anímicas y psíquicas que claman
un “No” a un mundo insensible e intolerante, pues este miedo al
límite, se hace más intenso en un mundo deshumanizado donde los que
vivimos en la utopía nos sentimos muy solos en nuestra insistencia
en el “ser” que en el “tener”. Mundo hostil en el que como
muchos otros “obreros de las emociones”, nos convertimos en
héroes, luchadores contra este “mal de siglo” que hostiga desde
prepotentes estructuras económicas y nefastos políticos, a los
creadores culturales categorizándonos de “parias”,
extranjeros cuestionadores del universo, ordenadores del
caos,...peligrosos ordenadores del caos en el que ellos viven
parasitariamente.
Mis
pinturas, por no extenderme más sin duda en esta praxis terapéutica,
resultan un punto de encuentro entre seres y objetos, encuentro en un
mundo épico que parece simple en lo formal, pero que contrariamente
es complejo pues se intelectualiza en un necesario mundo épico,
regreso nostálgico a casa, al ser pequeño y primigenio, al niño
que colorea el cielo de su dibujo con colores imposibles, o que
diseña el universo dibujando tan solo con sus dedos en el cristal
empañado de su ventana, el adolescente que al descubrir su
maravillosa sexualidad, se hace fundamental en el milagro que es la
vida.
Mis
actores son símbolos, nada más. Espíritus humanos con forma de ave
que al volar descubre los infinitos misterios de lo ilimitado,
hombres-pájaro o pájaros-hombre que huyen de las ataduras
terrenales y se dirigen a la soñada trascendencia, tal vez las
migraciones instintivas hacia la felicidad del sur cuando en el norte
cae el frío glaciar, La migración de la mística sufí desde la
ignorancia hacia el conocimiento. A veces, estos actores devienen
Ichthys, peces, los peces de las místicas cristianas
orientales, los peces que según San Abercio, nacidos del agua pura,
representan la necesaria fuerza espiritual, el combustible que te
dota de potencialidad en esta dura experiencia de crecimiento,
disgregación y trascendencia. Y actores totémicos, como los
gatos,enigmáticos observadores pasivos de aconteceres, alienas
presencias, animales familiares en mi historia que bien pudieran
substituir a un hombre que no tiene cabida en este ditirambo trágico,
pues perdió la autoridad moral, sin más, de aparecer en mis
pinturas, al menos, por el momento, tiene prohibida su presencia en
las mismas.
Y
las escenografías en las que se mueven mis actores, Arcadias,
Ítacas, paraísos, nocturnidades en las que las ciudades son mundos
y los mundos son ciudades, lugares en los que hombres y máquinas
comparten esclavitud, esclavitud que para cuando las ciudades
duermen, como los camposantos, inertes y dormidos, bajo la luna, que
es madre y señora del cielo, necesario poder femenino y su corte,
que son las estrellas, resplandores en la ignorancia, mundo anímico,
nacimiento y muerte en todos sus ciclos. Ciudades porteñas,
litorales llenos de barcos, idea del viaje, el tránsito por todos
los océanos posibles, tal vez la navegación definitiva del último
viaje, más satisfactoriamente el viaje de búsqueda, o el viaje de
regreso a casa, como el ansiado viaje de Odiseo.
Nostalgias
de paz, plenitud, paz y felicidad que “tendrán que venir”,
dicen,...Digo yo,...tendremos que seguir trabajando duro para
ganarla.
Rafael
Romero
Artista
Plástico. Doctor en Bellas Artes.
Profesor
de la Universidad de Barcelona.
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