!Este mundo parece no tener remedio¡. Esta, es una frase últimamente muy repetida en ciertos foros internos y externos por parte de quienes se revelan a estancarse en este mar de los sargazos, substancia viscosa que escora desde los grandes "clippers" transoceánicos, hasta la más ínfima patera. Sin olvidar que todos somos en algún momento de la vida “balseros”, la semántica en algunas ocasiones, la cerrazón racional y emocional en otros, nos impulsa a este victimismo de “cabaret Voltaire”, absurdo ditirambo ante el que no cabe más que dejar de remar y cuestionarse sencillamente hacia que lares dirigirse y cómo hacerlo. No es el mundo el que no funciona...es el ser humano. Es más, este mundo tan permisivo, pudiera, y parece ya hacerlo sutilmente, prescindir de nuestros relativos aforamientos, privilegios de un mono que empezó a “mal pensar”.
Hoy, una alumna, me comenta que ha quedado sorprendida ante la presentación caballeresca, en un bar de la zona del Borne de Barcelona, de un profesor de su/nuestra facultad, el cual sin ni tan siquiera conocerla más que de vaga vista, la invita a su embriagador monólogo de pintor curtido y de corazón de exquisito lumpen, pues ha apostado varias veces el mismo en las casas de empeño y se ha empeñado, valga la redundancia, y lo ha conseguido, en ser libre. Esta hijo de la gran puta “dicho con todo el cariño del mundo”, de tanto en tanto, se permite el lujo, puede hacerlo, de expresar, regalar su cosmología, dificilísima de lograr, a un sujeto, generalmente femenino, joven y con ansias de iniciarse en estos alquímicos y heréticos territorios de la pintura. Este colega-profesor, “enfant terrible”, vampiro de amoríos pueriles, "pigmalionanos", amigo de sus pocos amigos, cofrade, "sensei", afeites de antiguas cosméticas, ES EL MEJOR PINTOR QUE CONOZCO. Y fuera de sus extremas extravagancias, una de las personas que más quiero. Y lo es porque ha llevado la teoría y la praxis de lo pictórico a tal extremo, que aquellos que recorremos en transito, de momento exitosos en lo espírico, por estos escabrosos territorios de abisales peligros ególatras, lo tenemos por un gran referente motivador y cultor. Y es así por un doble valor...por un lado siempre ha sido prácticamente igual, excepto por lo accidental del paso del tiempo en sus pieles curtidas por los humos de incienso y mirra en los "cipangos", “los golanes”, “Hindokushes” y tantos otros hogares o simplemente bajo la sombra del árbol del pan o el dulce palmeral del jardín del Edén. El pintor curtido, los hay pocos, cómo el ámbar o el lapislázuli o la malaquita o la limonita, cambia sutilmente y mínimamente cada millón de años. Y por otro lado, ha practicado una misantropía cultura, la cual comparto con mi independencia y defiendo como una necesidad urgente. Mientras este antiguo hidalgo sigue con sus aparentes dialécticas en algún que otro bar entre cuadro y cuadro, auténticos trozos del universo, renegando que las huríes se encuentren solo en el paraíso, otros, también pintamos con ese convencimiento en cuanto a que el mal funcionamiento del mundo es un insulto al sentido común. Quienes hemos decidido vivir en estas dimensiones como extranjeros, alienaciones voluntarias, enajenaciones placenteras, onirismos de “grand tour”, no hemos tenido más remedio que engarzarnos en mitad de la laguna Estigia nuestras alas de plumas luminosas y cuan Ícaros, al contrario que este, guiados al éxito de nuestro vuelo, volar huyendo de esa pesadumbre vortícea de principio sin fin y fin sin principio. Y Lo hemos hecho, porque no nos han dejado otro remedio, porque nuestras bondades fueron revendidas en la podredumbre de cualquier mísera "kashba", porque nuestras perfumadas declamaciones fueron difuminadas por el aliento mortecino de tantos impíos, porque nuestra generosidad merecía ser guardada en lo más profundo de una cueva yóguica en Sikkim, tal vez en Darjeeling.
Mientras este ascético adalid de los “pintares” y los “amaneceres” y los “anocheceres”, recita su "mantra" al oído de esa doncella en un mísero bar de Barcelona, "mantra" disfrazado de léxicos comprensibles por su parte con el fin de favorecer la ascensión de la princesa al “kailash”, seguimos pintando y pintando convencidos que hicimos todo lo posible por ser entendidos, por hacernos entender, por hacer llegar nuestro sencillo mensaje.
La sana misantropía cultural, a diferencia de otras misantropías enfermizas e insubstanciales, consiste en un alejamiento del mundo, por parte de aquel que habiéndose prestado a compartir con este, su sensibilidad fundamentada en el amor y la compasión, decide distanciarse en sus códigos existenciales, muchas veces en los ámbitos artísticos y creativos, puesto que no ha encontrado, pues no podía ser de otra manera más que incomprensión y crítica, recelo y envidia, indiferencia en el mejor de los casos.
Su estatus, fundamentado en una existencia distanciada de aquellos que debieran mejorar su tránsito hacia el común final de la vida, sobretodo alejándose del ego y propiciando la generosidad y el amor, puede ser entendido como una invitación al crecimiento personal de todos estos. La sutileza de esta misantropía se puede entender en lo simbólico, pues su practicante deja descolgada una escalerilla para que quien pueda pues esté preparado, pueda subir a esta maravillosa dimensión donde uno finalmente aprende a conocerse y reconocerse plenamente…solo entonces, es de utilidad auténtica y sincera para los demás.