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martes, 23 de noviembre de 2010

El Pensamiento Nómada

El Pensamiento Nómada.

El pájaro rompe el cascarón, el cascarón es su mundo. Quien quiera nacer debe romper su mundo. (Herman Hesse)
A veces el mundo se nos cae. Entonces, desesperados, lo inventamos de nuevo. (Eduardo Fracchia)
Les propongo, entonces, con la gravedad de las palabras finales de la vida, que nos abracemos en un compromiso... Sólo quienes sean capaces de sostener la utopía, serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido. (Ernesto Sábato)

¿Quién no sintió alguna vez una inexplicable sed de infinito y se vio tentado a abandonar todo en busca de un incierto, pero mágico otro lugar?
El desarrollo del ser humano desde una perspectiva social, histórica, económica y cultural, tiene un importante punto de partida fuertemente vinculado a su mecánica de la supervivencia. Este es su status nómada, el mismo que se transformará en sedentario en el momento en el que aplique técnicas de dominio de la naturaleza con la aparición de la agricultura y la ganadería y en consecuencia con el desarrollo evolutivo de sus capacidades cognoscentes.
La superación del ser humano de este estado en el cual deambula tras sus más primigenias necesidades, viene acompañado de una relativa tranquilidad ante la vida cuando alcanza unos márgenes de confianza en el resultado, un devenir productivo que dará origen al sistema económico y al concepto de la posesión y todo llevará al hombre a una muy relativizable calidad de vida que supondrá un alejamiento progresivo de la anteriormente citada supervivencia para devenir subsistencia.

Pero lejos de ser una panacea, la sedentarización del hombre le vincula a un necesario orden organizativo que dará lugar a la vez a sociedades de clases vinculadas a la economía, a la política y a la religión. Sociedad occidental contemporánea en nuestro momento y contexto, jerarquizadora, enfrentadora de intereses y pasiones.
En este mundo sedentarizado como resultado de la economía, subsisten hoy escasos modos de vida nómadas, cuyo origen se encontraría en ancestrales sistemas de vida trashumantes que han prevalecido. La riqueza que persigue el nómada tiene movilidad en el sentido de que este sigue los dictámenes de la naturaleza, la cual condiciona cambios estacionales y climáticos y por lo tanto en ese sentido también condiciona al hombre que se somete a esa dinámica cazando y recolectando en función del orden natural. La naturaleza se mueve por ciclos y el hombre al pertenecer a ella se adapta a los mismos. Pero el hombre dominó ya hace mucho a la naturaleza con objetivo de enriquecimiento económico, incluso con el conocimiento de la grave agresión hacia la misma, en algunos casos irreversible .
Un claro objeto de estudio en este sentido, entre otros, podría resultar la observación de hábitos y costumbres en pueblos africanos, aún nómadas, como el bosquimano. Aunque por proximidad cultural, por lo explotado que ha sido en las pantallas cinematográficas, a veces más y a veces menos acertadamente, recordamos la vida de los indígenas del norte del continente americano y su condicionada vida a este orden natural.
Otro rescoldo de nomadismo, preocupante por su dimensión y consecuencia en el orden económico mundial, resulta la forzada migración del mundo rural a las grandes metrópolis, enorme migración sur-norte, este-oeste, impulsada por la pobreza. Todos aquellos que practican este penoso trance, suelen tener en mente la transitoriedad de la experiencia, como algo necesario pero no indefinido. La huida de su contexto pretende desde el esfuerzo transformarlo y mejorarlo. Es un desarraigo en evidencia pero arraigo en esencia.
¿Cuántos hay que cruzaron heroicamente en patera el estrecho de Gibraltar y que ansían volver a sus lares con un flamante vehículo europeo cargado de regalos para sus familiares? ¿Alguien ha visto una patera salir de Algeciras en dirección a África cargada de españoles? Sería sin duda un buen leiv motiv para una intervención de arte conceptual. Aquí queda simplemente como reflexión.
Pero existe un nomadismo mucho más abstracto e indefinido, nuevamente por lo complejo que resulta denominarlo. Es un nomadismo mucho más para sentirlo y vivirlo. Este, es el que enlaza con el individuo anteriormente presentado, el artista, trabajador de símbolos procedentes de su emotivo interno (sentimientos) y por tanto el que nos interesa debatir.

Este nomadismo, es una búsqueda plural, un pensamiento nómada, el del abandono del incómodo y tedioso habitáculo para buscar el confortable hogar . En él caben innumerables posibilidades. Es en ocasiones atemporal, pues puede transgredir la contemporaneidad para proponer a su practicante refugio en otras épocas. También espacial, pues en su praxis hay quien huye de su contexto para dirigirse a otras culturas y sociedades mucho más reconfortantes que la suya. Existen, decimos, muchas posibilidades, pero sobretodo quien lo practica tiene un talante intelectual y lo practica como sujeto cognoscente (alguien que decide que en la vida todo es objeto de conocimiento), consciente de sus facultades (tiene capacidad sensible, analítica, crítica y resolutiva) y de su dinamismo.

Sabe además que si quiere evolucionar y hacer evolucionar el mundo, debe moverse practicando el cambio, la trasgresión, la revolución. Por ello, desordena y sacude la red simbólica en la que se mueve la sociedad a la que pertenece, para “intentar” cambiar las concepciones que se tienen sobre las cosas . Concepciones que generalmente defienden órdenes únicos y que ante estos, se manifiesta precisamente su voluntad para develarlos, reconocerlos y variarlos sustancialmente. Su campo de acción no tiene límites y utilizará como herramientas potenciadoras de su voluntad crítica múltiples posibilidades; en ocasiones la política, en otras la ética, la espiritualidad, la cultura, el arte (precisamente reflexión que nos compete)... Herramientas que le llevan a concretar una ruptura con toda limitación para proyectar y realizar su yo.

En realidad, la aspiración de toda manifestación nómada en el sentido en el que lo estamos presentando es precisamente superar esta necesaria fase lo antes posible. Algo ciertamente utópico pero bello, idílico y a la vez terapéutico y esperanzador. En realidad, este nómada desearía la única posibilidad sedentaria posible. La perfecta felicidad.
Al respecto, numerosos pensadores contemporáneos nos amplían en sus tratados la figura y fenomenología de este nómada con la vocación, ardua por su complejidad de convertirlo en objeto de conocimiento. Aunque podríamos referirnos a reflexiones del pasado (por excelencia propias del contexto intuicionista romántico), vamos a hacerlo ubicándonos de entrada en las últimas décadas y en la contemporaneidad, nuestro tiempo, ya que en los próximos capítulos lo haremos en base a episodios históricos precedentes no menos significativos.
En 1957, en Francia, un grupo de activistas políticos, filósofos, artistas, arquitectos y críticos entre los que destacan Guy Debord y Raoul Vanergen, comienzan a cuestionar bajo el corporativismo de una agrupación llamada por sus componentes como la Internacional Situacionista, el papel de la cultura y el hombre en la sociedad de la posguerra (IIª guerra mundial). Para ellos, la sociedad crece desorbitadamente en el seno del sistema capitalista fomentando un preocupante, bien conocido y practicado afán consumista falso y peligroso, pues genera como resultado una desvirtuación del hombre, el cual como consecuencia va sumiéndose cada vez más en una irreversible sociedad de la apariencia ante la cual él, lejos de ser una pieza clave, activa, participativa y resolutiva, es tan solo un mero espectador.
París, vivirá el desarrollo por parte de los situacionistas de un contundente talante inconformista y radicalmente crítico. Su modus operandi, será una radicalización cultural, activista y política dirigida a las masas para que estas se revelen. Y Lo harán a través de la edición de libros de Guy Debord: La sociedad del espectáculo, y de Raoul Vanergen: Tratado del saber vivir para las jóvenes generaciones, además de panfletos, cine, proyectos arquitectónicos, etc. La pretensión es una clara invitación a subvertir el peligroso orden establecido. Un nomadismo activista revolucionario.
Estos intelectuales habían ya recibido y estaban recibiendo una gran influencia de otros movimientos previos y otros paralelos, subversivos por naturaleza, como ellos, como el Movimiento Internacional por la Bauhaus Imaginista, El Movimiento Letrista y el Grupo Cobra entre otros. Se trataba de aunar esfuerzos en pro de una cultura interdisciplinar entre áreas como el arte, la filosofía, la arquitectura y la cultura en general para el desarrollo de proyectos que convulsionarán y transformarán el mundo. Algo que como hemos señalado previamente no ha hecho más que engrosar un anecdotario histórico relativo al siglo XX.
Rebeldías pues contra el hábitat, contra una sociedad de valores imposibilitadores de la vida auténtica . Una huida fundante de soluciones, en intentos cuya pretensión era la creación de situaciones nuevas que subvirtieran el orden establecido en los ámbitos fundamentales, puntales de la sociedad como el ámbito pedagógico (educación), el político (creación de las directrices que creen una sociedad digna del hombre) y el artístico (defensor del talante de un nuevo hombre, creador y rebelde, capaz de transgredir e invertir desde el arte los órdenes). Intentos que luego, se manifestarán fuera de la teoría de muchas maneras diferentes. Como ecos de un triunfo, necesidades de reconocimiento, deseos de trascendencia de lo personal frente a lo colectivo. En otros casos como voluntades dirigidas a los problemas universales con la intención de hacerlos propios y solucionarlos altruistamente con la sana voluntad de que el resultado beneficie a todos. En ocasiones se organiza corporativamente en pro de grandes y necesarios ideales . En algunos casos lo destacable son las individualidades absolutas de la automarginación y otras actitudes pesimistas, incluso egóticas donde quedan claras las represiones mentales y morales.
El Situacionismo, quedó como hemos señalado en un mero intento, pero el dinamismo de sus planteamientos, afectaría notablemente a intelectualidades posteriores, como por ejemplo La Revolución de Mayo del 68. Este proceso, resultó ser también un claro enfrentamiento de la intelectualidad representada mayoritariamente por los estudiantes universitarios, hacia su sociedad inmediata y hacia el mundo . Mayo del 68, fue una revolución de gestos y lemas que trascenderían en el tiempo . Más que transgredir su sociedad, procuró profundas revisiones filosóficas, sobre todo desde el desencanto hacia una fórmula que había sido tradicionalmente un reducto esperanzador del hombre, pero que había acabado siendo igual de paradigmática que el alienante capitalismo. Se trataba fundamentalmente de una pérdida de confianza en el marxismo.
En ese sentido algunos pensadores se manifiestan autoproclamándose como nuevos filósofos, entre los que merece destacar a Bernard Henry-Lévy: La barbarie con rostro humano, Jean-Marie Benoist: Marx ha muerto y André Glucksmann: Los maestros pensadores. Coinciden todos ellos en una actitud pesimista precisamente tras el mencionado fracaso del marxismo y el estructuralismo precedente. Los nuevos filósofos igualmente con un talante radical insisten en criticar al totalitarismo y todas las estructuras de poder en general. Sin un cuerpo doctrinal claro, lo que sí prevalece en ellos es un cierto espiritualismo en filosofía, calificado por ellos mismos como nostalgia de trascendencia. Nuevamente un claro nomadismo cuestionador de un orden, necesaria trashumancia ideológica.
Un nuevo capítulo a tener presente en estas revisiones intelectuales y críticas del mundo, de hombres descontentos y defensores de cambio, llegará con la aparición de la postmodernidad, entendida ya desde su definición como una propuesta de pensamiento nómada ya que se categoriza como una superación de la modernidad y en ese sentido aspira a transgredirla y superarla abandonando sus obsoletos ideales . La postmodernidad arranca, como no, al igual que todos estos intentos, del sentimiento (indignación, resentimiento, esperanza, desigualdad, altruismo...). Sobretodo desilusión ante los grandes mitos y padres de la modernidad como Kant, Descartes, Locke, Hegel y Marx y sus paradigmas: la razón, el progreso y la emancipación, los cuales no llevaron a los ansiados niveles de orden, progreso libertad y bienestar que preconizaban. Los racionalistas serán profundamente cuestionados desde una gran desconfianza hacia ellos.
La Razón Moderna continuó empeñada en los mismos formulismos y dogmas sagrados y por lo tanto, los pensadores postmodernos, movidos por su sentimiento, proponen ante esta cansada racionalidad diversas fórmulas y diversos tipos de nomadismos.
Por ejemplo, Jean François Lyotard (1924-1998), uno de los padres de la postmodernidad, propone el rechazo a cualquier metanarrativa. Este término lyotardiano, debe ser entendido como: cualquier narrativa exterior a la propia esfera de competencia de la disciplina en cuestión, que pretende justificar el vínculo social, el papel de la ciencia, el valor del conocimiento,...Para este autor, grandes cuentos de la modernidad que legitiman un proyecto corrupto. En su obra La Diferencia (1983), insiste en su repulsión a estas explicaciones universales que trascienden a todos los ámbitos, la historia, el arte, la política, el lenguaje, la sociología que pretenden universalizar en ocasiones, sintetizar en otras.
Lyotard defiende las aproximaciones regionales y autónomas como posibles fórmulas de superación de la problemática, dimensiones en las que por su idiosincrasia y particularismo, el hombre se sienta más eficazmente a sí mismo. Nuevamente un hábitat incómodo cuestionado desde posibles fórmulas que vuelven a ser totalmente validas en la actualidad .
Por su parte Jacques Derrida (n.1930) en el mismo contexto postmoderno aporta su visión, criticando la obsesión histórica que ha tenido tradicionalmente la filosofía en convertirse en logocéntrica, cuando él opina que la racionalidad por su complejidad es simplemente heterogénea. Por tanto, su método al cual llama deconstrucción, consiste en destapar y dejar al descubierto las paradojas de la lógica a lo largo de la historia. Se trata de concienciar al ser humano de las deficientes carencias de la conceptualización de los fenómenos. La deconstrucción es una manera no logocéntrica de hacer filosofía. Esta se negará a conceptualizar el sistema para aproximarse a lo que está más allá, es decir a lo irreducible al pensamiento .
En un sentido igualmente crítico y por lo tanto nómada hacia su entorno, Jean-Paul Dollé (n. 1939) hace por su parte una interpretación del pensamiento occidental como una metafísica o filosofía conceptual. Una filosofía defensora a ultranza de lo abstracto, universal e inteligible. A esta filosofía, metafóricamente la llama Filosofía de Noche, por resultar oscura y tenebrosa para el hombre. Para indagar al ser, propone otras vías alternativas a la filosofía como podrían ser la poesía o el mito como metodologías necesarias para el redescubrimiento del mismo.
La queja que se viene observando genéricamente en todos estos autores viene siendo la misma: Ante una desconfianza en el mundo y en la sociedad que rige al hombre, este, movido por sus sentimientos de insatisfacción y esperanza, se esmera en la búsqueda de fórmulas resolutivas. Es por tanto un nómada que se aleja de lo hasta ahora conocido para procurar valientemente, nuevas perspectivas. Pero enriquezcamos el discurso con algunas propuestas más que refuercen toda esta fenomenología nómada de intentos reflexivos para un cambio.

Gianni Vattimo (n.1936), comparte este pesimismo en la categorización del individuo contemporáneo como un sujeto débil, de vagabundeo incierto, inseguro, acrítico, amnésico, sin criterios ni fundamentos, experimentado en el error y desinteresado por lo fundamental y objetivo. En consecuencia, para Vattimo, este es carne de cañón, fácilmente manipulable por el poder político, mediático o ideológico. Su apuesta es la de estetizar todo en la vida, intentando gozar de lo nuevo e imprevisible a través de un vagabundeo cultural. Así, este individuo, se convertirá en un recolector de hechos culturales e informaciones que le servirán para su autosatisfacción, la que complace a su interno hastiado frente a su sociedad. La intencionalidad según Vattimo, es personal y hermética, a veces incluso puede llegar a ser por un desenfrenado subjetivismo obsesiva y enfermiza. Vattimo categoriza el que somos una especie de vagabundos metafísicos .

Gilles Deleuze (n.1925), quizás no tiene una visión tan pesimista. Su crítica cuestiona los sistemas tradicionales de pensamiento por él denominados como verticales. Estos sistemas, son los que reducen la multiplicidad y heterogeneidad de las cosas a la unidad cerrada de concepto. Su fin es poner las cosas del mundo en orden, fijar y distribuir los lugares, repartir propiedades y atributos a cada cosa y resolver cualquier diferencia en una identidad superior y última. Su propuesta frente a ellos, es el pensamiento horizontal que defenderá el principio de la diferencia en el que se describe la manera en que las cosas se dispersan, sin existir principio último, ni fundamentos supremos o instancias centrales desde las que se distribuyan propiedades, atributos o juicios.
El pensamiento horizontal es un pensamiento que no se refugia en ninguna esencia, principio, fundamentos o criterios de objetividad; lo que intenta es mostrar aquello que escapa al modelo ideal de la razón moderna. Es en este sentido que al pensamiento horizontal, Deleuze lo denomina también pensamiento nómada .
Deleuze desgrana este pensamiento horizontal o pensamiento nómada en una serie de características:
El individualismo, que no es copia de un modelo ideal, sino fruto del devenir y la repetición.
La ahistoricidad, consiste en salir de la historia del pensamiento para entrar en el desierto, metáfora de lo inconmensurable.
La diferencia, que se encuentra en la singularidad y en lo irreducible de cada fenómeno.
También, el pensamiento nómada deleuziano insiste en que el funcionamiento del mismo, debe actuar de acuerdo sólo con sus propias normas y conceptos.
Por último es ajerarquico y relativo; al haber sólo valores subjetivos (la horizontalidad excluye la posibilidad de remontarse a una objetividad superior).
Esta categorización de pensamiento nómada que hace Deleuze, define a un individuo (el nómada) provocador y trasgresor, que se enfrenta a los segmentos duros y rígidos de la sociedad tradicional e inmovilista (vertical). Su disposición natural, será la de separarse de los convencionalismos sociales herméticos y obsoletos para centrar su atención empujado por ideales sensibles (sentimientos) en valores mucho más amplios como entre otros los relativos a la diversidad cultural como objeto de conocimiento y transformación.
Deleuze, en armonía con otro pos-estructuralista abanderado del planteamiento postmoderno como es Félix Guattari, profundizan en el estado de la cuestión planteando dos fórmulas a tener presentes: el esquizoanálisis y la rizomática. Veamos en que consisten.
Estos conceptos se presentan como herramientas de trabajo útiles para individuos potencialmente nómadas, es decir, que han cuestionado profundamente su hábitat. Funcionan como una necesaria red conceptual abierta y polívoca que propicia el establecimiento por parte del individuo de un puente conceptual entre universos heterogéneos sin modos estrechos de categorización (algo a lo que el artista está acostumbrado). No se trata de un sistema filosófico cerrado a manera de cosmovisión o programa ideológico útil para todo, más bien, es una invitación de Deleuze y Guattari a la reflexión.
Pero ¿sobre qué reflexionar?, pues sobre cualquier área de conocimiento humano, política, filosofía, arte, literatura, etc. Áreas que deben mezclarse profundamente en pro de la búsqueda y consecución de esa miscelánea, una complejidad estructurada y transgresora de lo establecido y caduco (aquella atomista que totaliza y reduce arbitrariamente el conocimiento humano y que en consecuencia no implica beneficio para este hombre).
La intención de este individuo nómada, es sumergirse en complejos debates disciplinarios e interdisciplinarios para exponer desde el contraste reflexivo nuevos problemas, nuevas posibilidades, nuevas combinaciones que saquen al pensamiento de su imagen dogmática y lo conviertan en algo fresco, en una revolución de la forma que procede sin la menor duda de una intencionalidad nómada (algo muy presente en la teoría y praxis del arte contemporáneo).
Por un lado, la rizomática es presentada conceptualmente por sus creadores, como un desafío necesario de nuestro tiempo consistente en llevar al pensamiento al límite de lo pensable, es la necesidad de vivir el caos y la complejidad huyendo de las escuelas, de las teorías cerradas y totalizadoras.
Por otro lado, el esquizoanálisis es un intento de componer el deseo que vive en la multitud para subvertir el estado de las cosas, pretende una transvaloración de la vida, una revolución molecular, una metamodelización nómada para co-construir una nueva realidad irreducible a ningún sistema prefijado. El esquizoanálisis, se lanza a inventariar las situaciones de dominio y captura (de cualquier tipo) que una subjetividad rechaza en una situación dada, en una sociedad dada para posibilitar las líneas de fuga, introducir la diferencia para acabar con la esclavitud de la repetición, de lo dado. Se puede decir que el esquizoanálisis, desde el particular escepticismo postmoderno, pretende construir una micro política de la subjetividad, que vaya reconstruyendo al hombre para montarlo de nuevo :
Sustituid la anamnesis por el olvido, la interpretación por la experimentación. Encontrad vuestro cuerpo sin órganos, sed capaces de hacerlo, es una cuestión de vida o muerte, de juventud o de vejez, de tristeza o alegría. Todo se juega a ese nivel. (Deleuze, Guattari)
En sí, nuestro mundo, se encuentra liberado de los antiguos valores e idolatrías. Y realmente, nada ha sido capaz de substituirlos. Numerosas propuestas teorizan en una misma dirección, una actitud de ruptura y trasgresión. Sólo hay al respecto un recurso y una posibilidad. La trasgresión no puede darse en los márgenes de la teoría. Es urgente y necesaria la experimentación como vía de consecución de nuevas soluciones para nuestros problemas, inéditos y sorprendentes en tantos aspectos; una experimentación delicada pues el hombre debe en esta experimentación evitar repetir los errores que le han precedido . Una evidencia: el nómada como experimentador.
Denson, de una manera más prosaica con respecto a su reflexión sobre el nómada destaca que los personajes normales raramente se comprometen por la pluralidad y la diversidad. Como mucho expresan un gusto por el turismo y la comida exótica. Este nomadismo queda limitado a ser el de un voyeur cultural y mediáticamente viajero de sofá y televisión.
Michel Maffesoli de la Sorbonne de París en su obra El nomadismo. Vagabundeos iniciáticos , hace una presentación del impulso que mueve al hombre actual hacia la vida errante y el vagabundeo como una estructura antropológica establecida en todo tipo de rebeldías. Se trata de inconformismos variadísimos que hacen que el individuo encuentre comodidad alejado de todo aquello que le produce incomodidad. En un amplio catálogo de alejamientos se refugia en viajes, revoluciones, aventuras amorosas complejas, identidades múltiples, turismo interplanetario, deportes de aventura, realidad virtual, familias recompuestas, migraciones culturales, fiebre cibernética, escapismo, exotismo, espiritualidades varias, fiesta, deificación de lo extranjero, gastronomías lejanas, cine de culto, coleccionismo, juegos de rol, callejeos, alteridad, escarceos y frenesís varios. Intentos inacabables y revulsivos que luchan por acabar con el confinamiento e inmovilismo que sufre el hombre de la modernidad.
Maffesoli, insiste en su insigne trabajo en que, frente a una sociedad que se afirma plena, el nomadismo verbaliza la exigencia de una época; el anhelo de un vacío o, en todo caso, de una vida que escape a toda vocación estadística y material . Buscando todos nuevas experiencias del ser en un desenfrenado potencial libertario en lo que no se arraiga .
Por su parte la Gestalt hace referencia a este impulso experiencial indicando que parte siempre de la necesidad. Siempre algo en el entorno o dentro del hombre le llama, y así desde la necesidad se lanza en una búsqueda, a través de la cual se produce una respuesta organísmica y se inicia el retorno al equilibrio homeostático satisfaciendo la anterior necesidad. Para ello desarrollará una mecanismo de identificación de las sensaciones, lo que permite el diseño, consciente o no consciente de una estrategia de acción, en la que se establece el contacto o relación con el entorno para satisfacer la necesidad. En conclusión se consigue o intenta conseguir de esta manera el equilibrio homeostático.
Tras estos ejemplos, queda perfilado desde las reflexiones de algunos teóricos de la contemporaneidad el talante del pensamiento nómada. No obstante, aún podríamos delimitar algunas concreciones genéricas al respecto, que refuercen aún más el fenómeno.
Decíamos anteriormente que el nomadismo ha sido una búsqueda plural en cuanto a su amplio catálogo de posibilidades. Mencionábamos las posibilidades de nomadismo espacial y temporal y cabe decir, que quizás estas fórmulas sean de las más evocadas por el individuo nómada. Recordemos, que este, no emprende ningún nomadismo sin una llamada interna, aun más, esta llamada interna procede de un estado sensible, de una afección interna, de la articulación de sus sentimientos que se manifiestan en una relación de autodefensa ante las agresiones externas (Pensamiento Nómada como Endopatía).
En este tipo de nomadismo, los sentimientos, trasponen el interno, empujando a una proyección de los mismos hacia una dimensión de conocimiento innumerable e inimaginable, terapéutica, como lo es el refugio en otras épocas y otras culturas pues estas, pueden aportar fórmulas resolutivas para el enfermo individuo . El viaje , será por excelencia terapia para paliar el anhelo precisamente de lo lejano, de lo distante y de lo exótico. El sistema para trasladarse viajando hacia el otro , pues este es profundo objeto de conocimiento.
Pocos lugares inducen en mayor medida a las conversaciones interiores que un avión, un barco o un tren en marcha. Entre lo que tenemos ante nuestros ojos y los pensamientos que acertamos a albergar en nuestra cabeza se entabla una correlación bastante pintoresca: los grandes pensamientos requieren a veces grandes vistas, y los nuevos pensamientos, nuevos lugares. Las reflexiones introspectivas con tendencia a encallarse se ven impulsadas por el discurrir del paisaje.
Recordemos en este sentido el nomadéo a través del viaje que inician los ilustrados en el siglo XVIII y los orientalistas en los siglos XIX y XX o el refugio en otras épocas como en el caso de los prerrafaelitas, los neoclásicos, los románticos y tantos otros. Conceptos que procederemos a desarrollar en los próximos capítulos.
Pero estas fórmulas nómadas son ya históricas frente a otras, quizás más novedosas y a la vez anecdóticas ubicables en la más reciente actualidad. Nomadismos quizás menos intelectuales y más populares, pero también impulsados desde internos inconformistas incapaces de encontrar fórmulas más dignas que estas, como por ejemplo el nomadismo virtual . Un amplio y novedoso espectro practicable de hoy y ubicable en lo irreal. Y ¿porqué en lo irreal?, porque lo real ya es un ámbito sobradamente practicable y hasta cierto punto conocido. Por tanto se refugia este nómada en territorios mayoritariamente cibernéticos, capaces de crear inimaginables mundos y posibilidades, como es el caso por ejemplo de los juegos electrónicos, oníricos e interesantes algunos de ellos por su capacidad de alienación y a la vez peligrosos en sus extremos dependiendo del talante e integridad de sus practicantes.

Y que decir, de otros no menos preocupantes como los que se fundamentan en el ludismo de roles , el cual, ha generado una red comercial enorme de establecimientos, encuentros y congresos en los que legiones de seguidores se enfrentan en un frenesí de perdida de la entidad propia para asumir otras transitorias mientras dure el juego, e incluso a veces más allá de este.

Alteridad del ser para refugiarse en irreales circunstancias creadas o buscadas. El refugiarse en el otro siendo este una creación intelectual temporal, peligrosa por el riesgo a perder uno su propia entidad. Tal es el caso menos preocupante por su efimeridad del carnaval, en el cual y en un contexto festivo el hombre transgrede su cotidianeidad cambiando su hábito, vestimenta, apariencia y conducta para ser otro, alieno y distante hacia sí mismo, o el caso de los imitadores de talentos, en estos casos más preocupantes, que acuden a lo mediático de programas televisivos para ser por unos minutos intérpretes miméticos de grandes estrellas del rock, como Michael Jackson, Madonna, George Michael y cuantos son objeto de ser idolatrados.

Otro matiz del pensamiento nómada próximo a la alteridad es la trasposición, una apertura en la capacidad de asimilar no la imagen y el aspecto de otros como anteriormente hemos mencionado, sino la experiencia de otros y vivirla como propia. Aquí, destacaríamos quizás la más enriquecedora de estas transposiciones, la que tiene un talante intelectual y aboga por el conocimiento. En estos casos, se asumiría la experiencia del otro como enriquecimiento propio. Se podría entender por ejemplo en el estudio exhaustivo hasta la erudición de la vida y obra de alguien. El estudio profundo que hace por ejemplo Ian Gibson entorno a la vida, figura y obra de Federico García Lorca o en nuestro contexto el que hace magistralmente Joan Bassegoda con respecto a la figura de Gaudí. Trasposiciones sin la menor duda que han llevado a la entrega en vida hacia la memoria y conocimiento del otro, loable pues en definitiva es actitud cultora que enriquece mayúsculamente a la sociedad.

Aún, existirían muchos más matices analizables del pensamiento nómada, formalizables en el poliedro del mundo desde muchas perspectivas diversas, pero ya es hora de avanzar en nuestro progresivo acercamiento al Arte.

En conclusión, podemos decir, que hemos intentado definir este amplio espectro, esta voluntad intelectual humana de autoimpulso que es el pensamiento nómada. Una actitud humana mutante, regeneradora, necesaria, experimental, dinámica. La de un individuo cuya aspiración es convertir la vida en una búsqueda que valga la pena vivir para buscar respuestas, dibujar rutas, inventar y explorar nuevos caminos. Así se envalentona y lanza en la búsqueda de su propia ley moral colocándose en el exterior de su civilización y momento histórico para juzgarlos, valorarlos desde la perspectiva de lo otro, lo ajeno, lo distante y para ello sigue el mapa de sus sentimientos e intuiciones , mapa siempre con un amplio espectro de emotividad pues las tierras del pathos no tienen frontera.
Otros, desarraigados al no confiar en su contexto, idealizan un modelo de patria paralela o fantástica, como un lugar más que para habitarlo, para asentar en él su alma. Algunos ni tan siquiera saben hacia dónde van, tan solo se aventuran en el dinamismo . Nómadas cuyo campo de actuación no va más allá de ellos mismos, desgarrados, se obsesionan por entrar dentro de sí mismos para obtener una visión ajena, una exploración del yo profundo. Voluntad de resistencia, autoexilio, viajes hacia el interior, concepción trágica de la existencia...Idealismos en definitiva .

No quisiéramos cerrar este capítulo sin hacer referencia concreta a manera de ejemplificación de Pensamiento Nómada al ser humano con nombre y apellidos. He aquí un auténtico dilema, pues ¿cuantos practicantes del nomadismo nos han cautivado y debiera aquí tributarles por tantas noches con ellos, con sus lecturas, músicas y visualidades? Berliotz, Smetana, Borges, Schopenhauer, Klee, Hartung, Fortuny, Novalis, Paniker, Botton, Rulfo. Tantos y tantos, legiones sin exagerar pues cualquiera que decide abrir sus carnes al mundo como creador, antes se inicia ritualmente en el nomadismo, pues esta liturgia es la única posibilidad, sacramento insalvable en la consecución de su más grande tesoro y preciado fin: la obra.
Pero aquí no debe aparecer la duda en la selección de ejemplos, pues cualquiera de ellos mayúsculamente puede dejar el pabellón bien alto, pues todos comparten lo mismo: Pasión y afección. Además, en pro de una fluidez en el discurso y con interés de no aburrir al lector, aparecen sin demora dos nombres para mí claves, uno más distante pero para nada lejano: Juan Goitysolo y otro más próximo, querido y respetado maestro Albert Gonzalo Carbó.
Juan Goitysolo, es uno de esos poliedros con forma humana que de tanto en tanto atenta y revulsiona nuestras vidas con su obra. Mi recuerdo sobre él se remonta a la década de los 90, época en la cual, particularmente irrumpe en mí una gran admiración hacia todo lo oriental. Su erudición sobre el asunto y su extremada y admirada retórica lo convirtieron es uno de mis autores de culto.
Goitysolo es un nómada excelentemente formado desde sus obsesiones, su idiosincrasia es la de un trasgresor altruista, pues en él se refleja el hombre necesitado de afecto y comprensión y nobles causas casi perdidas. Su teorización y praxis al respecto han generado fructíferas obras que debieran sin duda en su conjunto convulsionarnos y abrirnos los ojos a todos, su inquietud: presentarnos los unos a los otros, presentar Oriente a Occidente. Alguien cuyo trabajo viene ad-hoc para finalizar las reflexiones de este prenotando como colofón.
Querido autor de cabecera en el universo de las letras, lo poético, lo histórico, lo musical y lo ético, hombre de rectos principios, Juan Goitysolo, pensador de saga de pensadores, ha defendido hasta la saciedad la heterodoxia como uno de los máximos y urgentes reductos humanos frente a un mundo universalizador. Y lo ha hecho con su insigne pluma en la mayoría de las ocasiones, aunque también en todo aquello que haya sido enriquecedor desde el conocimiento y la sabiduría.
En el año 1991, colaboró con excelencia como comisario y experto en el Ciclo de música islámica del festival de verano barcelonés Grec 91, trayéndonos a los barceloneses al gran poeta de la música sufí persa Xahram Nazeri, a una congregación de Zur Hané (casas Chiíes llamadas de fuerza) de Teherán, a los Derviches Giróvagos de Konya (Turquía) y al grupo de música medicinal sufí Nass Marrakech (Marruecos). Manifestaciones culturales y espirituales del sufismo. Dos años después participaría igualmente en el mismo festival, Grec 93, bajo el título de Cicle de Música Otomana. En esta ocasión, invitando a participar a un grupo para mí cultor, descubierto casualmente tres años antes en un concierto memorable en Berlín, Los hermanos Erkose, los sostenedores del linaje musical de los gitanos de Turquía. Otro tesoro, fue conocer personalmente a Kudsi Erguner, otro de los comisarios de este ciclo, destacado por ser el más grande de los musicólogos de la música tradicional turca así como uno de los más destacados interpretes de Ney (flauta dulce otomana de tradición sufí) y uno de los directores de la quizás más reconocida cofradía de derviches sufíes del mundo. Fue un placer saludarlo, así como a Juan Goitysolo y manifestarles mi admiración hacia ambos por su delicado y constante trabajo.
Fue también el momento de poder preguntarles brevemente algunas cuestiones para mí fundantes, relativas a las fechas de los festivales que se organizan periódicamente en Konya, entorno a la tumba del maestro Mevlana Rumi; festivales de encuentro de las cofradías sufíes de todo el mundo. Breve pero grata conversación que me valió una no menor recompensa sufí, la de recibir las gracias por parte de ambos por mi interés hacia un conocimiento tan profundo y desconocido en el contexto en el que nos encontrábamos así como la invitación por parte de Kudsi Erguner a visitar su cofradía, la Tekke Medlevi de Pera de Estambul, invitación que se materializó un año más tarde en una serie de tres viajes de estudio por Estambul, Anatolia y Siria que darían fruto en una serie de exposiciones pictóricas bajo el título de Estambul .
A partir de esos momentos mi seguimiento de la obra literaria de Goytisolo se intensificaría, algo que me producirá gran satisfacción, así como igualmente, el seguimiento de una importantísima obra documental: Alquibla, producida por R.T.V.E y dirigida por él mismo, la cual invita al hombre occidental a una observación menos lejana del mundo islámico.
En diciembre de 2004, Goytisolo fue premiado en México con el Premio Latinoamericano de Literatura Juan Rulfo, por su dilatada experiencia y prolifera obra. En su discurso, cargado de una especial sensibilidad, rememora parte de su vida de nomadismo:
Durante una época fui exiliado político (desde 1956) pero ahora soy un exiliado voluntario. En los últimos años he decidido vivir como quiero, donde quiero y con quien quiero.

Su nomadismo parece pertenecer en el inconmensurable catálogo de nomadismos a los que impulsan al ser humano en la observación, admiración y finalmente fusión con otras realidades culturales . Lejos de un capricho exótico o turístico, su apuesta intelectual ha sido a lo largo de su vida dotar a la propia cultura de puntos de referencia desde los cuales cuestionarse:

He tenido siempre una gran curiosidad por las otras culturas. El gran defecto, el gran fallo de la cultura española ha sido precisamente la falta de curiosidad por las culturas ajenas.

Es muy bueno mirar tu propia cultura a la luz de otras culturas, tu propia lengua a la luz de otras lenguas. Siempre tu distancia te procura algo... La mirada de la periferia al medio es siempre más interesante que la del centro a la periferia.

Con una profunda mirada hacia oriente, desvela en su obra a menudo los misterios de sus ciudades como en el caso de su amada Tánger, a la cual dedica su obra El misterio de Tánger, explicando, cómo esta ciudad:

...Ha atraído en los dos últimos siglos la mirada curiosa y ávida de una pléyade de pintores, novelistas, cineastas y poetas venidos de diferentes regiones del planeta, y ha enriquecido su pincel y su pluma, imantando la brújula de su imaginación. La Medina, con sus recovecos y entresijos, la Alcazaba, zocos, bazares, fondas y alcaicerías componen, a unos pocos kilómetros de Europa a vista de pájaro, un mundo abigarrado y exótico a cuyo brillo acudieron como encandiladas falenas. Grandes obras de la pintura y de las letras nacieron de esa fascinación; la que ejercía España en los viajeros románticos franceses e ingleses, y Tánger en una amplia gama de forasteros.

Explicándonos incluso su metodología de conocimiento:

Guiado por mi instinto de inveterado rompesuelas, recorrí a diario, como un agrimensor, el Dédalo de la Medina; tracé y corregí sus planos; transcribí el rótulo de las callejas y los nombres de las pensiones, comercios y cafetines .

Goytisolo, como tantos otros pensadores nómadas, defiende una plena inmersión en el fenómeno con una mentalidad romántica y a la vez empírica, pero que sobretodo empuje al individuo a implicarse y no quedar como un mero espectador. Goytisolo, es alguien sobre la obra del cual pediría encarecidamente una aproximación a todo buscador.
Otro ejemplo cultor de nomadismo, elegido entre mis Endopatías por excelencia, es Albert Gonzalo (n, 1954), pintor y profesor de pintura de la Universidad de Barcelona, individuo inquietamente constante en la traslación.
El recuerdo que tenemos muchos de sus alumnos es el de vivir sus apasionamientos entorno a sus viajes ya que antes de partir, ya estaba viajando con anecdotarios apriorísticos que contrastaban con el resultado experiencia final, una riqueza sumativa de un antes, durante y después que epidémicamente contagiaba de ilusiones a los que le rodeaban y rodean, pues su mayor virtud es la de la generosidad al compartir aquello que en él es tan profundo, que deviene secreto espiritual y religioso y por lo tanto por la dimensión que todo ello adquiere, es doblemente de agradecer.
Albert, como le llaman sus amigos, inició a mediados de los ochenta sus viajes al mundo oriental, norte y centro de África y Asia; con una urgente necesidad, ordenar sus pasiones:
Tengo tantas pasiones desordenadas que no doy abasto: Corea, China, Afganistán, Irán, Irak, Turquía, el Tíbet, la franja norteafricana.
Albert Gonzalo, lleva ya muchos años erigiéndose reivindicador del viaje como modo de alimento mental. Como un nauta griego, heroico, dinámico y a la vez errante, nos ha enseñado en sus numerosas y memorables exposiciones, entre las que destacaría las que bajo el título Epistulae ab Aexsilio (epístolas desde el destierro), presentó en la Sala Gaspar de Barcelona en diciembre 1995 y en el Museum Van der Togt, Amstelveen, de Holanda en enero de 1996. En ellas, queda clara la fragilidad de nuestra identidad occidental para invitarnos a entrar con él en planos espaciales y temporales donde ya no queda tiempo para la fría razón y para iniciarnos en la eterna búsqueda en el mundo de las ideas. Así, como se atreve el hidalgo caballero cervantino a conceder ínsulas Baratarias, y Novalis y sus allegados a buscar utópicas flores azules, y Balzac a llorar apesadumbrado ante el final trágico de sus personajes literarios. Albert Gonzalo se atreve a concentrar en sus preciosas telas, universos enteros que proceden de sus vivencias más sinceras. Con una personalísima retórica, exquisitamente limpia y sugerente; este nómada mayúsculo, es albacea de un tiempo y un espacio inexistentes en la razón, pero pertenecientes a la memoria universal del hombre. Albert Gonzalo ha labrado las inconmensurables oscuridades afectivas de los hombres de tierras lejanas para convertirlas en reductos de esperanza para los hombres de estos lares, nosotros. Así como venecianos y genoveses traían en la edad media a Occidente valiosas mercancías de Oriente a través de la ruta de la Seda, Albert, ha traído Oriente en sí, incluyendo sus mercancías, leyendas y memorias, sentires, músicas y sensualidades. Albert ha cargado estoicamente durante miles de kilómetros a sus espaldas el continente y los contenidos del Sur y del Este en su integridad.
Tierras, hombres y costumbres que pone generosamente a nuestro alcance, más bien a nuestro servicio, con la esperanza de que nos sirvan en nuestra reflexión y crecimiento tanto como a él. Así nos presenta esas sublimes telas, entre otras: La Distancia entre Samarcanda y Estambul (1991) (Ilustración nº1, ver anexo de ilustraciones), El Árbol Bodhi en un muro de Ceilán (1995) (Ilustración nº2). Visiones secretas de un Lama loco (1993). Las perlas blancas y las negras: Etiopía (1994). Los carmines escondidos de Irán (1994)... para que desaparezcamos dentro de ellas si así lo necesitamos, volatilizándonos en fenómenos naturales, enajenándonos en la fantasía, exiliándonos en deseadas patrias, sublimándonos en la alteridad y todo lo que se nos ocurra con la urgente necesidad de la redención.
En definitiva, Gonzalo, nos enseña a sentir como siente el nómada ante estas naciones del consuelo, sólidos jardines que crecen en tierras que parecían yermas, catálogo de exquisiteces cromáticas y aromáticas. Tramas simples, mapas cósmicos donde desaparecer dentro. Categóricamente pienso que sin su trabajo, mucha riqueza inmaterial de Oriente, nos pasaría desapercibida. Albert Gonzalo, alquimista, para muchos más maestro que profesor.

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