Introafección y Creatividad.
El arte sirve para descubrir, identificar, describir y fijar nuestras experiencias, nuestra realidad interior. (Stanislaw Witkiewicz).
La búsqueda humana, es testimonio y símbolo del hombre. Uno de sus más evidentes territorios, es el arte. El arte, difícil entelequia. Quizás uno de los conceptos más controvertidos en cuanto a la inconcreción de su definición a lo largo de la historia de la humanidad. Sólo un ignorante se atrevería a cuadricular aquello que por naturaleza es círculo y por consiguiente valdría la pena dejar de insistir en querer ponerle cadenas semánticas, cortar sus bellas alas, catalogarlo como si solo de un objeto de conocimiento de la ciencia se tratara.
El arte es entelequia metamórfica, patrimonio del hombre, espejo de indagación de la condición humana. Notas más líricas debieran aparecer para aproximarse a su fragilidad cubícular . Paraíso reconfortante, oasis que contrasta por su espontaneidad, libertad y frescura con las áridas y baldías tierras de la sinrazón humana. Crisol alquímico donde se baten melosamente emociones y sentimientos para configurar un revitalizante néctar, ambrosia sin duda para el que desee acercarse a ella vestido, eso sí, de la retórica que la ocasión se merece .
El arte, arranca como proceso en los territorios más recónditos del ser artista, territorios donde la personalidad de este, sufre un debilitamiento al no recibir estímulos suficientes provocando como efecto una pasional búsqueda que activa la vibración interna del ser mismo en forma introspectiva. Una afrenta u oprobio que lo lleva a determinar su verosimilitud como artista. Una Introafección Creativa.
Claro que el arte como actividad requiere un aprendizaje y un habituamiento a los procedimientos y habilidades; pero en este discurso rige la materia interna, el sentimiento, las endopatías, unidades mínimas sin las cuales, por mucha habilidad y maestría que haya, si faltan estas, no hay arte.
El artista, en los márgenes del pensamiento nómada, creador desde sus introafecciones o endopatías, viaja por un camino de regresión, de introspección, buscando con todos sus medios y esfuerzos (la actividad vital del artista es irrefrenable siendo consciente de la necesidad de equilibrar el consciente y el inconsciente, la razón y lo irracional, lo subjetivo y lo objetivo, el interno y el externo) , la felicidad en la huida del sufrimiento. Por ello, procura ser un hombre que ve nacer una nueva vida y una nueva posibilidad en cada minuto que pasa para alejarse de la inseguridad .
En la expresión de su mundo interno, su lírica es ondulante y se mueve en los márgenes que van de la intimidad a la universalidad, y es aquí, en este territorio, donde insiste empeñado en la búsqueda de la verdad . El arte lleva al hombre en definitiva más cerca de lo inefable.
El artista es capaz de leer los signos del universo desde principalmente una condición indiscutible, la de ser nómada, buscador, caminante, intelectualizador del mundo desde su intervención creativa, su crítica y su comunicación. Capaz también de exhibir una gran capacidad intelectual, discierne y observa de manera diferenciada a los demás.
Está alerta constantemente, es sensible, fluido, flexible, es original, con una gran capacidad de redefinición (reacomodar sus ideas), capaz de absorber, de sintetizar, coherente en su organización... .
Y todo ello, como venimos indicando en cuanto a que es cuestionador de su hábitat, para ello, su metodología, necesariamente debe comenzar en un viaje metafórico en el cual la misión es desordenar lo ordenado y conocido para cuestionarlo y crear axiomas novedosos y válidos para todos .
Así hemos presentado en conclusión el perfil de un individuo que dirige su vida desde parámetros afectivo-empáticos; esta es su elección personal, ya que su fuerza motriz viene dada no solamente por sus sentimientos, sino que en definitiva estos se han forjado en base a un sin fin de categorías experienciales, sin la menor duda marcadas por el medio en el que se ha desarrollado. Esta es esencialmente su sociedad acompañada por tantos y tantos matices implícitos, aquellos que generalmente le llevan a categorizar una actitud ante los mismos, bien por hastío, indiferencia, indignación... Replanteamiento en definitiva que impulsa a éste ser hacia su propio destino, una búsqueda más allá, crítica, deseosa de soluciones a veces concretas y a veces abstractas, incluso utópicas y por tanto irrealizables.
En algún momento de su vida, una llamada interna, endopática, le mueve a reaccionar frente a lo conocido con la intencionalidad de ir más allá de los convencionalismos y las soluciones conocidas y practicadas. Así como una ley de causa efecto comienza una andadura hacia inconmensurables posibilidades, se sumerge en la experiencia, que le ofrecen tantas posibilidades como hombres diferenciales hay, para justificar en definitiva su “yoidad”, su llamada subjetiva, su llama existencial, su búsqueda de la verdad .
Así viaja, se enajena, dialoga, ama como nunca lo había hecho, contrasta y compara, investiga, exporta y materializa sus sueños. Y por excelencia lo realiza exitosamente en relación a su sinceridad interna. Se refugia en territorios novedosos o retoma aquellos que fueron anulados desde sociedades frías y mecanicistas. Vive impulsado por su propio Yo y noblemente incluye en sus objetivos a los demás, pues su pasión no es tierra baldía, así lo siente. Más bien será cosecha fértil beneficio para los que quieren ser ciegos y a los que se les debe convulsionar, desde la provocación en ocasiones al diálogo en otras.
¿Y cómo lo hace este hombre denominado artista?, pues creando, pues la creatividad es un sentimiento de libertad que le permite vivir en un estado de transformación permanente y además también le ofrece la posibilidad de trascender y de dar luz a algo nuevo, anteriormente y sin él, inexistente.
Comentábamos anteriormente cuando presentábamos el pensamiento nómada, que el hombre que vamos a analizar en este discurso es el artista y concretamente haciendo mención a él, prioritariamente en el contexto de la contemporaneidad. Pero, no podemos eludir categorías firmes como que el pensamiento nómada como endopatía es propio del artista en otras épocas además de la contemporánea, las cuales serán tratadas a lo largo del presente trabajo puesto que nos servirán como prolegómenos al objeto de conocimiento de este estudio, demostrar que el motor de acción del artista contemporáneo es en gran medida el pensamiento nómada y que este sigue siendo una proyección de sus endopatías, sentimientos internos, introafección, vía de autoconocimiento y conocimiento desde la actividad creatividad.
Nuestra reflexión parte de la modernidad propuesta por el pensamiento racionalista en el siglo XVIII. Frente a una obsoleta sociedad de valores absolutistas, un hastío sin precedentes impulsa a la intelectualidad de la época a buscar nuevas fórmulas que optimicen la potencialidad humana hacia el progreso y la felicidad. La Razón deviene un territorio nómada donde volcar las endopatías del hombre despierto hacia el interés común y social. En la racionalidad ilustrada la unidad mínima fundamental, sigue siendo el sentimiento. Por muy aséptica y mecanicista que pueda resultar la racionalidad como vía de conocimiento, nadie puede discutir que el motor que la impulsa procede del recóndito paisaje interior del ser humano y de su voluntad de cambio. Por fría que pueda resultar la racionalidad, veremos en la empresa científica, en la aventura académica y en las reivindicaciones de modelos estéticos grecolatinos un cuestionamiento pasional de un hábitat para proponer otro ordenado y evolutivo.
También nos acercaremos a la Intuición que irrumpe en escena como consecuencia de una excesiva prepotencia de la racionalidad. El Romanticismo, es ya una evidente mirada interna. El valor endopático es su axis mundi y por lo tanto prevalece en él una oda al despertar de lo sensible.
Amplio espectro de recorridos, reivindicaciones, huidas, refugios en la dimensión humana más pura. Nomadismos que van a procurar al hombre una amplia visión de posibilidades en el plano artístico. Posibilidades que irán in crescendo y que iremos observando en aventuras ísmicas, grupos, pero también individualidades que revolucionan la concepción del arte en un fin de siglo XIX y en un prolifero siglo XX. La contemporaneidad será también expuesta desde una perspectiva del pensamiento nómada como endopatía en un arte de la pluralidad y multifunción más absolutas, eclecticismo y nihilismo de principios de milenio.
Todo ello, insistiendo en una idea que vale la pena recordar pues ya ha sido expuesta, pero que antes de continuar resulta fundamental. Recordemos que estamos tratando de revalorizar al creador, al artista, desde su naturaleza transgresora, como traslador intelectual, desde sus valores más recónditos, sensibles e inteligibles. Y lo hacemos convencidos de que ubicarlo como propone el arte-sistema y la sociedad mercantilista en exceso en la que vivimos, en un simple lugar de una cadena de producción, es un grave error.
Al artista hay que defenderlo como un fabricante de sueños y esperanzas, ya que puede ser realmente ejemplo esperanzador desde su idiosincrasia y mecanismos hacia su malograda y desmotivada sociedad.
El arte sirve para descubrir, identificar, describir y fijar nuestras experiencias, nuestra realidad interior. (Stanislaw Witkiewicz).
La búsqueda humana, es testimonio y símbolo del hombre. Uno de sus más evidentes territorios, es el arte. El arte, difícil entelequia. Quizás uno de los conceptos más controvertidos en cuanto a la inconcreción de su definición a lo largo de la historia de la humanidad. Sólo un ignorante se atrevería a cuadricular aquello que por naturaleza es círculo y por consiguiente valdría la pena dejar de insistir en querer ponerle cadenas semánticas, cortar sus bellas alas, catalogarlo como si solo de un objeto de conocimiento de la ciencia se tratara.
El arte es entelequia metamórfica, patrimonio del hombre, espejo de indagación de la condición humana. Notas más líricas debieran aparecer para aproximarse a su fragilidad cubícular . Paraíso reconfortante, oasis que contrasta por su espontaneidad, libertad y frescura con las áridas y baldías tierras de la sinrazón humana. Crisol alquímico donde se baten melosamente emociones y sentimientos para configurar un revitalizante néctar, ambrosia sin duda para el que desee acercarse a ella vestido, eso sí, de la retórica que la ocasión se merece .
El arte, arranca como proceso en los territorios más recónditos del ser artista, territorios donde la personalidad de este, sufre un debilitamiento al no recibir estímulos suficientes provocando como efecto una pasional búsqueda que activa la vibración interna del ser mismo en forma introspectiva. Una afrenta u oprobio que lo lleva a determinar su verosimilitud como artista. Una Introafección Creativa.
Claro que el arte como actividad requiere un aprendizaje y un habituamiento a los procedimientos y habilidades; pero en este discurso rige la materia interna, el sentimiento, las endopatías, unidades mínimas sin las cuales, por mucha habilidad y maestría que haya, si faltan estas, no hay arte.
El artista, en los márgenes del pensamiento nómada, creador desde sus introafecciones o endopatías, viaja por un camino de regresión, de introspección, buscando con todos sus medios y esfuerzos (la actividad vital del artista es irrefrenable siendo consciente de la necesidad de equilibrar el consciente y el inconsciente, la razón y lo irracional, lo subjetivo y lo objetivo, el interno y el externo) , la felicidad en la huida del sufrimiento. Por ello, procura ser un hombre que ve nacer una nueva vida y una nueva posibilidad en cada minuto que pasa para alejarse de la inseguridad .
En la expresión de su mundo interno, su lírica es ondulante y se mueve en los márgenes que van de la intimidad a la universalidad, y es aquí, en este territorio, donde insiste empeñado en la búsqueda de la verdad . El arte lleva al hombre en definitiva más cerca de lo inefable.
El artista es capaz de leer los signos del universo desde principalmente una condición indiscutible, la de ser nómada, buscador, caminante, intelectualizador del mundo desde su intervención creativa, su crítica y su comunicación. Capaz también de exhibir una gran capacidad intelectual, discierne y observa de manera diferenciada a los demás.
Está alerta constantemente, es sensible, fluido, flexible, es original, con una gran capacidad de redefinición (reacomodar sus ideas), capaz de absorber, de sintetizar, coherente en su organización... .
Y todo ello, como venimos indicando en cuanto a que es cuestionador de su hábitat, para ello, su metodología, necesariamente debe comenzar en un viaje metafórico en el cual la misión es desordenar lo ordenado y conocido para cuestionarlo y crear axiomas novedosos y válidos para todos .
Así hemos presentado en conclusión el perfil de un individuo que dirige su vida desde parámetros afectivo-empáticos; esta es su elección personal, ya que su fuerza motriz viene dada no solamente por sus sentimientos, sino que en definitiva estos se han forjado en base a un sin fin de categorías experienciales, sin la menor duda marcadas por el medio en el que se ha desarrollado. Esta es esencialmente su sociedad acompañada por tantos y tantos matices implícitos, aquellos que generalmente le llevan a categorizar una actitud ante los mismos, bien por hastío, indiferencia, indignación... Replanteamiento en definitiva que impulsa a éste ser hacia su propio destino, una búsqueda más allá, crítica, deseosa de soluciones a veces concretas y a veces abstractas, incluso utópicas y por tanto irrealizables.
En algún momento de su vida, una llamada interna, endopática, le mueve a reaccionar frente a lo conocido con la intencionalidad de ir más allá de los convencionalismos y las soluciones conocidas y practicadas. Así como una ley de causa efecto comienza una andadura hacia inconmensurables posibilidades, se sumerge en la experiencia, que le ofrecen tantas posibilidades como hombres diferenciales hay, para justificar en definitiva su “yoidad”, su llamada subjetiva, su llama existencial, su búsqueda de la verdad .
Así viaja, se enajena, dialoga, ama como nunca lo había hecho, contrasta y compara, investiga, exporta y materializa sus sueños. Y por excelencia lo realiza exitosamente en relación a su sinceridad interna. Se refugia en territorios novedosos o retoma aquellos que fueron anulados desde sociedades frías y mecanicistas. Vive impulsado por su propio Yo y noblemente incluye en sus objetivos a los demás, pues su pasión no es tierra baldía, así lo siente. Más bien será cosecha fértil beneficio para los que quieren ser ciegos y a los que se les debe convulsionar, desde la provocación en ocasiones al diálogo en otras.
¿Y cómo lo hace este hombre denominado artista?, pues creando, pues la creatividad es un sentimiento de libertad que le permite vivir en un estado de transformación permanente y además también le ofrece la posibilidad de trascender y de dar luz a algo nuevo, anteriormente y sin él, inexistente.
Comentábamos anteriormente cuando presentábamos el pensamiento nómada, que el hombre que vamos a analizar en este discurso es el artista y concretamente haciendo mención a él, prioritariamente en el contexto de la contemporaneidad. Pero, no podemos eludir categorías firmes como que el pensamiento nómada como endopatía es propio del artista en otras épocas además de la contemporánea, las cuales serán tratadas a lo largo del presente trabajo puesto que nos servirán como prolegómenos al objeto de conocimiento de este estudio, demostrar que el motor de acción del artista contemporáneo es en gran medida el pensamiento nómada y que este sigue siendo una proyección de sus endopatías, sentimientos internos, introafección, vía de autoconocimiento y conocimiento desde la actividad creatividad.
Nuestra reflexión parte de la modernidad propuesta por el pensamiento racionalista en el siglo XVIII. Frente a una obsoleta sociedad de valores absolutistas, un hastío sin precedentes impulsa a la intelectualidad de la época a buscar nuevas fórmulas que optimicen la potencialidad humana hacia el progreso y la felicidad. La Razón deviene un territorio nómada donde volcar las endopatías del hombre despierto hacia el interés común y social. En la racionalidad ilustrada la unidad mínima fundamental, sigue siendo el sentimiento. Por muy aséptica y mecanicista que pueda resultar la racionalidad como vía de conocimiento, nadie puede discutir que el motor que la impulsa procede del recóndito paisaje interior del ser humano y de su voluntad de cambio. Por fría que pueda resultar la racionalidad, veremos en la empresa científica, en la aventura académica y en las reivindicaciones de modelos estéticos grecolatinos un cuestionamiento pasional de un hábitat para proponer otro ordenado y evolutivo.
También nos acercaremos a la Intuición que irrumpe en escena como consecuencia de una excesiva prepotencia de la racionalidad. El Romanticismo, es ya una evidente mirada interna. El valor endopático es su axis mundi y por lo tanto prevalece en él una oda al despertar de lo sensible.
Amplio espectro de recorridos, reivindicaciones, huidas, refugios en la dimensión humana más pura. Nomadismos que van a procurar al hombre una amplia visión de posibilidades en el plano artístico. Posibilidades que irán in crescendo y que iremos observando en aventuras ísmicas, grupos, pero también individualidades que revolucionan la concepción del arte en un fin de siglo XIX y en un prolifero siglo XX. La contemporaneidad será también expuesta desde una perspectiva del pensamiento nómada como endopatía en un arte de la pluralidad y multifunción más absolutas, eclecticismo y nihilismo de principios de milenio.
Todo ello, insistiendo en una idea que vale la pena recordar pues ya ha sido expuesta, pero que antes de continuar resulta fundamental. Recordemos que estamos tratando de revalorizar al creador, al artista, desde su naturaleza transgresora, como traslador intelectual, desde sus valores más recónditos, sensibles e inteligibles. Y lo hacemos convencidos de que ubicarlo como propone el arte-sistema y la sociedad mercantilista en exceso en la que vivimos, en un simple lugar de una cadena de producción, es un grave error.
Al artista hay que defenderlo como un fabricante de sueños y esperanzas, ya que puede ser realmente ejemplo esperanzador desde su idiosincrasia y mecanismos hacia su malograda y desmotivada sociedad.
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