Hoy he escrito estos versos y los quiero compartir con mis buenos amigos. Y lo quiero dedicar a todos aquellos que se encuentran perdidos en las escabrosas cordilleras del "Tener", deseándoles que vuelvan cuanto antes a las tierras bajas, llanas, simples y felices del "Ser", especialmente a nuestros queridos gobernantes, gestores económicos, monarcas y otros entes "despistados".
HA LLEGADO EL TIEMPO
Ha llegado el tiempo huraño,
el tiempo empobrecido,
el tiempo de los espejos sin reflejo,
de las siluetas en carestía de sombra.
El tiempo extraño de las maldades prietas.
Ha llegado el tiempo narrativo de las grandes vilezas,
el tiempo irrespirable estancado en los camposantos,
el tiempo del martilleo que rompe las charcas sucias,
el tiempo sombrío, antaño soleado.
Ha llegado el tiempo de los feos monolitos cársticos,
del caduco recuerdo de cometas sobre los tejados,
de incompletos sueños de volar sin alas.
Ha llegado el tiempo del bardo del cuervo,
de la barrabasada del impío, del carraspeo del avaro.
Ha llegado el tiempo de cruentas ventas.
De vender los mástiles de las atávicas nobles causas,
de vender a nuestros padres a las fábricas de abrigos de pieles.
Ha llegado el tiempo que no quiere ser tiempo,
el tiempo que tiñe los mares plata de sanguíneos carmines,
el tiempo que amputa las yermas manos de las viejas.
He aquí el tiempo de la impoluta hoja del fresno verde,
de la impar e improba fortuna,
el tiempo en el que se duermen los árboles,
el tiempo ronco de los humedales sílvicos.
Llegó el tiempo de mortecinos resplandores,
de la nigromancia que tan solo existe en los secretos.
Aquí y ahora, tiempo níveo,
despertar en la nimiedad del día a día,
despertar en el misterioso nopal.
Ha llegado el tiempo de juegos novilunios,
del escaso vaivén de las mares soberanas.
El tiempo del numen disipado en la vergüenza,
de subastas de amores ajenos.
Ha llegado el tiempo que quema los libros no escritos,
el tiempo de la lluvia ácida, de la sequedad en las ubres,
de las escasas danzas de los cuerpos flacos bajo las luces naranjas.
Volvió el tiempo del remiendo en el bolsillo
y la picadura de tabaco en la comisura de los labios.
Incendian las leñas de nuestras almas.
Llegó el tiempo de imitar los tiesos cipreses toscanos,
tiempo de ser mal entendido, peor interpretado.
Ha llegado el tiempo de hambre extrema,
el peor tiempo animofágico,
el que devora vorazmente glaciares que pensábamos eternos.
Ha llegado el tiempo en el que los malvados,
comen en nuestras impolutas vajillas de ajuar otomano
...también defecan en nuestros huertos floridos.
Malviven los sueños bellos, las pesadillas insuperables.
Es el tiempo en el que venden a sus hijas a burdeles escondidos
y envían a sus hijos a las guerras siempre perdidas.
...Es el tiempo de desear el eterno descanso,
enterrarse en finas y calientes mantas de arenas coralinas.
...Ha llegado el tiempo huraño,
el tiempo empobrecido.
...Ha llegado el tiempo.
Rafael Romero
HA LLEGADO EL TIEMPO
Ha llegado el tiempo huraño,
el tiempo empobrecido,
el tiempo de los espejos sin reflejo,
de las siluetas en carestía de sombra.
El tiempo extraño de las maldades prietas.
Ha llegado el tiempo narrativo de las grandes vilezas,
el tiempo irrespirable estancado en los camposantos,
el tiempo del martilleo que rompe las charcas sucias,
el tiempo sombrío, antaño soleado.
Ha llegado el tiempo de los feos monolitos cársticos,
del caduco recuerdo de cometas sobre los tejados,
de incompletos sueños de volar sin alas.
Ha llegado el tiempo del bardo del cuervo,
de la barrabasada del impío, del carraspeo del avaro.
Ha llegado el tiempo de cruentas ventas.
De vender los mástiles de las atávicas nobles causas,
de vender a nuestros padres a las fábricas de abrigos de pieles.
Ha llegado el tiempo que no quiere ser tiempo,
el tiempo que tiñe los mares plata de sanguíneos carmines,
el tiempo que amputa las yermas manos de las viejas.
He aquí el tiempo de la impoluta hoja del fresno verde,
de la impar e improba fortuna,
el tiempo en el que se duermen los árboles,
el tiempo ronco de los humedales sílvicos.
Llegó el tiempo de mortecinos resplandores,
de la nigromancia que tan solo existe en los secretos.
Aquí y ahora, tiempo níveo,
despertar en la nimiedad del día a día,
despertar en el misterioso nopal.
Ha llegado el tiempo de juegos novilunios,
del escaso vaivén de las mares soberanas.
El tiempo del numen disipado en la vergüenza,
de subastas de amores ajenos.
Ha llegado el tiempo que quema los libros no escritos,
el tiempo de la lluvia ácida, de la sequedad en las ubres,
de las escasas danzas de los cuerpos flacos bajo las luces naranjas.
Volvió el tiempo del remiendo en el bolsillo
y la picadura de tabaco en la comisura de los labios.
Incendian las leñas de nuestras almas.
Llegó el tiempo de imitar los tiesos cipreses toscanos,
tiempo de ser mal entendido, peor interpretado.
Ha llegado el tiempo de hambre extrema,
el peor tiempo animofágico,
el que devora vorazmente glaciares que pensábamos eternos.
Ha llegado el tiempo en el que los malvados,
comen en nuestras impolutas vajillas de ajuar otomano
...también defecan en nuestros huertos floridos.
Malviven los sueños bellos, las pesadillas insuperables.
Es el tiempo en el que venden a sus hijas a burdeles escondidos
y envían a sus hijos a las guerras siempre perdidas.
...Es el tiempo de desear el eterno descanso,
enterrarse en finas y calientes mantas de arenas coralinas.
...Ha llegado el tiempo huraño,
el tiempo empobrecido.
...Ha llegado el tiempo.
Rafael Romero