El artista nómada o la vocación redentorista del creador desde su mismidad hacia la pluralidad. Nomadismo, alteridad y transposición.
Laúdes, cálices y perfumes, guedejas y ojos de almendra: juguetes que el tiempo arruina. Juguetes, austeridad, labor y meditación, soledad, plegaria y renunciamiento. Cenizas que el tiempo esparce,...cenizas.
Omar Khayyam. Las Rubaiyyat.
Tonos pesimistas no exentos de esperanza puesto que aún caben muchas tierras fértiles para el ser en su particular deambular por la existencia. La reivindicación, defensa y estudio del artista, pone de manifiesto su particular fenomenología en pro de una más que necesaria humanización nounémica. Este, se convierte en un luchador superador de obstáculos, un funambulista cuyo alambre es proceso de enfrentamiento con los demás, cuestionamiento del mundo, revulsión ante lo convencional, tránsito hacia la consolidación del ansiado hogar. ¿Cuántas veces fue tal alambre circense un simple proceso de huida contextual en dirección a otras culturas y sociedades mucho más reconfortantes que las propias. Viajes de enajenación de las múltiples y catalogables ignorancias, muy al contrario de cualquier ciudadano de a pié insistente en no someterse a los dictados de la conciencia, el alma, espíritu o como bien se le quiera llamar. Mas bien mecidos en la convención por la mano ajena y anónima del paradigma. Épocas sistematizadas y compartimentadas en la fenomenología neoliberal globalizadora y deshumanizadora, épocas de ética light. Épocas en las que aquellos que se atrevan, por el contrario, a hacer una defensa de la emotividad como vía resolutiva, resultarán sentenciados como locos por la sociedad que los contiene, aunque en ocasiones, su atrevimiento sea bañado por las mieles del éxito y sean elevados a la categoría de héroes.
Naturaleza emotiva y heroica del artista que exento de cuadratura, rebelde en cuanto a que lucha por no ser ensartado en la vara del despropósito, este, manifiesta no obstante, una dicotomía existencial: la de sentirse sólo, alejándose y alienándose de la sociedad y a la vez viviendo la obligatoriedad de la relación con la misma, sin la cual no puede vivir.
Naturaleza autónoma de un artista que abriría infinidad de posibilidades estéticas en el siglo precedente desde idealismos remodeladores en los márgenes del pensamiento y en la reflexión humana. Gurú de la doctrina de las cualidades del sentir, el artista manifiesta una incipiente axiología que le empuja bajo una idea dinámica y evolutiva a buscar valores nuevos intelectuales en su concepción del arte, valores que se alejaron y alejan de una razón servilista del proceso económico, lejos del proyecto esencial humano y en muchos casos convertida en pluralidad fruitivo-inaugural.
El artista en la modernidad, comenzó a ser reivindicativo junto al pensador de lo humano, meramente olvidado. Lejos de la burocratizada cotidianeidad, comenzó a rebelarse como parte del mercado y como fuerza laboral en un mundo entendido como conjunto de esferas de producción. Así devino paulatinamente un nómada en un complejísimo mundo contemporáneo, osado practicante de paciencia, que apostó por seguir buscando con su praxis creativa respuestas en el inconmensurable mundo de lo ignoto, atenuado por un contexto tan difícil de entender como practicar. Y ¿cuál fue y cual es su praxis?: combinar prolijamente más que nunca sus símbolos frutos de la emotividad, como improntas de su interioridad relacionales con el mundo externo.
Les propongo, entonces, con la gravedad de las palabras finales de la vida, que nos abracemos en un compromiso...Sólo quienes sean capaces de sostener la utopía, serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido.
Ernesto Sábato.
Nomadismo utópico, ruptura con toda limitación, proyección y realización del yo. El artista nómada, busca una reterritorialización, un oasis exento de paradigmas, epistemes y concepciones. Pensamiento horizontal o nómada deleuziano, pensamiento que no se refugia en ninguna esencia, principio, fundamento o criterio de objetividad; lo que intenta es mostrar aquello que escapa al modelo ideal de la razón moderna. Individualista, ahistoricista, diferencial, ajerarquico y relativo, provocador y trasgresor en definitiva y enfrentado a los segmentos duros y rígidos de la sociedad tradicional e inmovilista.
Sustituid la anamnesia por el olvido, la interpretación por la experimentación. Encontrad vuestro cuerpo sin órganos, sed capaces de hacerlo, es una cuestión de vida o muerte, de juventud o de vejez, de tristeza o alegría. Todo se juega a ese nivel.
Deleuze-Guattari.
Alteridad del ser para refugiarse en irreales circunstancias creadas o buscadas. El refugio en el otro, envalentonamiento y lanzamiento en búsqueda de una ley moral propia. El artista se coloca en el exterior de su civilización y momento histórico para juzgarlos, valorarlos desde lo ajeno y lo distante. Idealizaciones de modelos de patrias paralelas y fantásticas, lugares más que para habitarlos, para asentar en ellos el alma.
Nunca se va tan lejos como cuando no se sabe dónde se va.
Oliver Cronwell.
El artista, capaz de leer los signos del universo desde principalmente una condición indiscutible, la de ser nómada, buscador, caminante, intelectualizador del mundo desde su intervención creativa, su crítica y su comunicación; se encamina a fabricar sueños y esperanzas, ya que puede ser realmente ejemplo esperanzador desde su idiosincrasia y mecanismos diversos hacia su malograda y desmotivada sociedad.
Es muy bueno mirar tu propia cultura a la luz de otras culturas. Tu propia lengua a la luz de otras lenguas. Siempre tu distancia te procura algo...la mirada periférica al medio es siempre más interesante que la del centro a la periferia.
Juan Goytisolo.
Así, entre muchas ejemplificaciones, desarrollan sus devaneos nómadas tantos y tantos protagonistas de esta tragicomedia. Así podemos recordar desde la emoción icónica, entre otros, a François Marius Granet, enajenado en lo procesual espacio-temporal, en el Coliseo Romano de 11838, trabajando con sus adminículos dibujísticos el paisaje rocoso y ruinoso evocador de las glorias pasadas. Héroes románticos obsesionados nómadamente en recorrer amplios espacios para liberar a su espíritu del asfixiante aire de la limitación, cómo Giacomo Trécourt en 1842 autorretratado vestido de oriental, o Vincent Van Gogh refugiado en la luminosa Provence de 1888, mientras Gauguin viaja por Tahití y las Islas Marquesas en una experiencia onírico-poética.
Ejemplos ricos y abundantes de la trasgresión nómada artística, como la vivida dialécticamente tras el encuentro de Derain y Vlaminck al descubrir la grandeza del arte africano en el Café de Argenteuil; la misma sensación vivida paralelamente por Picasso en el Museo Etnográfico del Trocadero que daría paso en gran medida al pasional y vanguardista cubismo. Emotividad incontenida ante lo ajeno como la experimentada también por Joan Miró en sus dos viajes iniciáticos al Japón. Viajes como los que relata magistralmente Hopper en su proceso aséptico y de síntesis de búsqueda del hombre desde sus soledades de tránsito nocturno por salas de espera de estaciones de autobús y moteles de carretera. La pasión por la filosofía del otro, en la magnífica búsqueda de valores ajenos pero a la vez próximos, como los encontrados por Tobey, Hartung y Rothko en el budismo Zen. La recurrencia a lo primitivo-chamánico en Beuys hasta llegar, sin olvidar a tantos, a los procesos reivindicativos marginales de fin de siglo en los que priva la importancia del otro a través de recursos tan controvertidos como el apropiacionismo y los procesos de fertilización mutua observables en Dossou Amidou, Zoé Leonard o Jana Sterback, por nombrar algunos.
Sueños constantes de viajero, referencias de cofrades activistas y ejemplificadores en mi obra, articulada también como un nomadismo diaspórico, de trasposición y alteridad. Paisajes como líneas vitales de flotación que recuerdan cómo es el continente del tedioso y a la vez esperanzado. El mundo en definitiva desde la ontológica vivencia del desplazamiento, la observación, la nota poética y antropológica. Escritos y libros de viaje que puedan humildemente ampliar este momento lacónicamente y particularmente robado por la brutal belleza de tierras lejanas, en esta ocasión el Asia que roza el cielo, el techo del mundo, las planicies y escarpados riscos himalayos, los que dotan al hombre de las gélidas aguas de la sabiduría primordial, que descienden como deidades fluviales a los fértiles valles de la India. Reflexiones icónicas nómadas con el anciano oficio del pintor, observador, meditador y escriba, como las líneas que abro desde el silencio reflexivo de mi ser y que merece la pena compartir con la humilde vocación del servicio, kilómetros de letras secretas que luego fraguan anímicamente en forma de dibujos y pinturas, muchos de ellos iniciáticos y ocultadores de enigmas.
Texto de Rafael Romero.
Artista Visual y Plástico.
Doctor en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona.
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