Finalizaba la década de los 80 y comenzaba la de los 90. Un joven estudiante de Bellas Artes, ecléctico, escuchaba lo mismo a los "Japan" que los "Arabescos" de Debussy. Como tantos otros jóvenes jugaba a ser filósofo convencido en la no existencia de la utopía ,...todo debía tener su paradigma, todo debía compartimentarse en axiomas. Leía a Borges y claro a Hesse. Un tanto pan-germánico y a la vez afrancesado gustaba deambular de tanto en tanto por los muelles del puerto de Barcelona, buscando con su zenit soviética tantos y tantos anecdotarios en los noray, popas y proas, estribores y babores de aquellas grandes moles de pabellones diversos que le recordaban su condición "nómada"...olores y sabores que luego plasmaría en su pequeño estudio de la calle Prim de Barcelona, por cierto compartido con el gran pintor, otro joven romántico, compañero de sueños, Ramón de Jesús. Pintábamos y hablábamos con candor de aquellas que luego resultarían ser "falsas sirenas"...Pero pintábamos, que era y es lo realmente importante en esta vida histriónica. Y yo pintaba, como hoy pinto, soñando en desaparecer de estos plomizos lares y embarcarme en estas naves, tal vez como Baudelaire o Lamartine en tantas gratas ,nobles y lejanas, como la Iliada, aventuras.
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